Inestabilidad y caídas:


A medida que envejecemos se produce un deterioro progresivo de la marcha, que se incrementa con la existencia de otras enfermedades y la inseguridad que genera el anciano.
La forma de caminar de una persona de 30, 50 y 70 años se modifica según pasa el tiempo; los reflejos, la flexibilidad, la coordinación, el centro de gravedad…etc. todo varía según la edad. Estas alteraciones van a ocasionar un aumento del riesgo de caídas, de la morbilidad, el miedo a caerse…etc. es decir, alta predisposición para ser un paciente institucionalizado.


La OMS define caída, como “la consecuencia de cualquier acontecimiento que precipite al individuo al suelo en contra de su voluntad”.

Las caídas son muy frecuentes en los ancianos, y aumentan su probabilidad con la edad, son un problema a tener en cuenta de salud pública, con consecuencias médicas y económicas importantes.

Evaluaciones hechas a población española a partir de una encuesta de salud poblacional, indican que el sexo femenino, la edad avanzada, tomar más de 5 medicamentos, vivir sólo, sufrir diabetes, trastornos músculo-esqueléticos y problemas de movilidad, se asocian a un mayor riesgo de lesiones por caídas.

El estudio muestra la importante carga que suponen las lesiones que se producen por caídas en la salud de los ancianos, además nos enseña medios para identificar a las personas mayores con un mayor riesgo de exposición a estas lesiones. Estos ancianos deberían ser incluidos en programas preventivos llevados a cabo por los servicios sanitarios.

 El inculcar y promover medidas preventivas en este síndrome geriátrico, es labor de la enfermería a nivel de atención primaria.




Bibliografía:
Suelves JM, Martínez V, Medina A. Lesiones por caídas y factores asociados en personas mayores de Cataluña, España. Rev Panam Salud Publica 2010; 27(1): 32-41. Disponible en: http://www.scielosp.org/pdf/rpsp/v27n1/06.pdf

Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Villar T, Mesa MP, Esteban AB, Sanjoaquín AC, Fernández E. Alteraciones de la marcha, inestabilidad y caídas. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2019_II.pdf

Manual de atención al anciano desnutrido en el nivel primario de salud. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Barrillo T. Síndromes geriátricos. Disponible en: http://www.nutrinfo.com/archivos/ebooks/manual_anciano.pdf

Las demencias, una enfermedad terriblemente discapacitante.

En nuestra sociedad, las demencias, se clasifican como un grave problema en el área de la salud, no sólo por su aumento sino por la gran discapacidad que generan al paciente.
El aumento de la esperanza de vida hace que este tipo de dolencia, aumente debido a su directa relación con la edad del que la padece. La demencia es un síndrome que entendemos como el declinar de las funciones superiores, entre ellas la memoria, además suelen aparecer síntomas como alteraciones psicológicas y del comportamiento, produciendo al paciente una discapacidad progresiva que impide realizar vida normal.




El deterioro cognitivo es el componente básico para detectar a los individuos con demencia o sin ella. Existen diferentes tipos de demencias: 

  1. Degenerativas o primarias:
      • De predominio cortical: Enfermedad de Alzheimer. 
      • De predominio subcortical: Enfermedad de Parkinson-Demencia.
  2. Vasculares:
      • Demencia multiinfarto.
      • Demencia hemorrágica.
  3. Secundarias.

Con frecuencia el delirium y la depresión se superponen a la demencia, hay que saber identificarlo y diferenciarlo. Resulta esencial identificar el tipo de demencia con un diagnóstico adecuado, para poder establecer el tratamiento, evolución y pronóstico del paciente.

Siempre que se habla de demencias, la población en general  piensa en el Alzheimer como la demencia más habitual. 

 
Actualmente, la población de los países occidentales cuenta con un factor de riesgo en aumento, el síndrome metabólico (obesidad, HTA, hiperglucemia en ayunas, hipertrigliceridemia y bajos niveles de HDL colesterol en sangre). Este factor de riesgo hace que tengamos que tomar conciencia con otro tipo de demencia, la demencia vascular.




La demencia vascular es la 2ª causa más frecuente de demencia, asociada en porcentaje al Alzheimer.

Su prevalencia ha aumentado con el envejecimiento de la población, los factores de riesgo que supone el síndrome metabólico y los hábitos de vida de la sociedad de hoy en día.

La prevención  en este tipo de demencia es fundamental, el tener controlado los factores de riesgo (HTA, elevados niveles de colesterol, diabetes…etc.) y el estilo de vida (evitando el tabaquismo, alcoholismo, llevando a cabo la práctica habitual de ejercicio, una dieta equilibrada…etc.) ayudan a conseguirla.





Recordemos que:

“Lo que es bueno para el corazón, es bueno para el cerebro”.


Así pues, estamos a tiempo de iniciar o reforzar un estilo de vida saludable para el cerebro.

Bibliografía:
Sánchez E. El riesgo cardiovascular en el desarrollo y prevención de Alzheimer y otras demencias. ¿Quién le teme a Alois Alzheimer? Encuentro 2009; 84: 99-101. Disponible en:

Lopes R, Moldes P, Pinto A, fernández L. Caso de demência vascular. Psicogeriatría 2011; 3 (1): 45-49. Disponible en: http://www.viguera.com/sepg/pdf/revista/0301/PSICO_0301_045_NC_2610029_Lopes.pdf

Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Gil P, Martín J. Demencia. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2017_II.pdf





Las úlceras por presión. ¿Se conoce su prevención?


Las úlceras por presión (UPP) son un problema muy frecuente y grave en edades avanzadas, sobretodo cuando los pacientes permanecen encamados o con movilidad reducida.
Es una de las principales complicaciones de la situación de inmovilidad, influyen además otros factores como la malnutrición, incontinencia de esfínteres, aparatos ortopédicos, falta de higiene, corticoides, obesidad, cabecero de la cama elevada (> 30º), pérdida de sensibilidad, etc.


La aparición de esta dolencia, se debe a la presión ejercida sobre la piel y los tejidos blandos, la cual conduce a una isquemia local produciendo necrosis y finalmente ulceración de la piel y de planos más profundos.
Las zonas más frecuentes de aparición son el sacro, los talones, los trocánteres…etc. aunque pueden aparecer en cualquier localización.

Las UPP afectan considerablemente a la calidad de vida del paciente, al igual que cambia la dinámica familiar. Estos pacientes son grandes consumidores de recursos humanos y económicos.
Para evitar o prevenir la incidencia de estas lesiones, es preciso tener en cuenta medidas profilácticas.

Sin embargo, una vez que se presentan, es fundamental los cuidados de enfermería, así como la preparación y orientación a los cuidadores dentro de la familia, si el paciente está en el entorno familiar.

Al tener una gran repercusión tanto social como económica, no hay ninguna duda que el mejor tratamiento es evitar su aparición y empeoramiento por medio de la prevención.

Quiero destacar la importancia que le da un artículo científico a un estudio que valora los conocimientos del cuidador principal sobre úlceras por presión.

Este estudio tiene como objetivo evaluar los conocimientos del cuidador respecto a las UPP, y sus factores de riesgo, su identificación y su prevención.

  Entre los cuidados específicos de prevención, el estudio demuestra que las principales medidas preventivas son la hidratación y los cambios posturales.


 
El estudio concluye con que la mayoría de los cuidadores desconocen los factores de riesgo, en cuanto a la prevención conocen algunos pero no los suficientes, y finalmente si que son capaces de reconocer las UPP por el olor, dolor y estado de la piel.

Se podría utilizar como otra medida de prevención, la instrucción y preparación de los cuidadores principales de los ancianos.



Bibliografía:
Martínez R, Ponce DE. Valoración de los conocimientos del cuidador principal sobre úlceras de presión. Enfermería Global 2011; 24: 60-84. Disponible en:

Álvarez C, Lorenzo M. Cuidados de enfermería en una población geriátrica con riesgos de úlcera por presión. Enfermería Global 2011; 23: 172-182. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/eg/v10n23/administracion3.pdf

La inmovilidad:


La capacidad de movilización es un indicador de autonomía y del grado de salud del anciano, dos cosas que influyen muy directamente en su calidad de vida.

Un anciano inmovilizado es dependiente para realizar las tareas más básicas de la vida diaria y por ello se considera un paciente de alto riesgo y candidato a la aparición de complicaciones clínicas que interactúan entre si, hasta llegar al hecho de su institucionalización, incluso del fallecimiento en un periodo determinado.

La definición de síndrome de inmovilidad nos dice; que es la disminución de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria debido al deterioro, entre otras, de las funciones motoras.


Este problema geriátrico se caracteriza por la reducción marcada de la tolerancia al ejercicio con debilidad muscular y en casos muy extremos, pérdida de automatismos y reflejos posturales que impiden el movimiento.

La inmovilidad según su grado, puede ser:  relativa o absoluta, las dos progresivamente generan múltiples complicaciones. Los sistemas más afectados son el cardiovascular y el músculo-esquelético y la principal complicación son las úlceras por presión.



La enfermería tiene un papel fundamental en la detección del riesgo de inmovilidad en el anciano. Para valorar el grado de inmovilidad, utiliza distintas escalas, siendo las más recomendables la de Lawton y Brody (para valorar las actividades instrumentales de la vida diaria) y la de Barthel (para las actividades básicas de la vida diaria).
Hay que tener muy en cuenta cualquier deterioro físico inicial y hacer necesaria una evaluación completa y urgente para conocer las causas, la posible reversibilidad y la prevención o tratamiento de las complicaciones asociadas lo más precozmente posible.


La mejor medida preventiva es mantener, por todos los medios, el grado de movilidad.

El ejercicio físico aporta unos beneficios que permiten atenuar el problema de la inmovilidad y lograr el objetivo de mejorar el nivel de salud.



“Intentar que el problema no vaya a más”.



 
Bibliografía:
Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Torres R, Nieto MD. Inmovilidad. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2020_II.pdf

Manual de atención al anciano desnutrido en el nivel primario de salud. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Espina FJ. Valoración geriátrica integral. Disponible en: http://www.carm.es/ctra/cendoc/haddock/15916.pdf#page=40


Los Síndromes geriátricos:


La valoración geriátrica global comentada anteriormente, es el proceso de diagnostico que utiliza el profesional de enfermería para detectar los problemas esenciales de salud de los adultos mayores, los síndromes geriátricos.

Los síndromes geriátricos son una herramienta muy útil tanto para el geriatra como para los médicos generalistas, ya que definen integralmente el estado del anciano agrupando los signos y síntomas manifestados por las distintas afecciones, las cuales suelen estar entrelazadas y llegan a producir la muerte.

El personal sanitario, ha de tener siempre presente la existencia de estos problemas, ya que deben desarrollar acciones tempranas tanto individuales como grupales para llevar a cabo un mejor control y manejo de la situación del anciano.

Estos síndromes, son problemas que por el mero paso de los años, o por el conjunto de enfermedades y la polimedicación de esta población, cualquier persona de edad avanzada puede padecerlos.
Son un medio clínico para determinar la morbilidad y el pronóstico de calidad de vida.


Kane definió los síndromes geriátricos en 1989. Los agrupo en su libro Essentials of Clinical Geriatrics como problemas geriátricos, nombrados con la regla de las «ies»:

  1. Immobility: inmovilidad.
  2. Instability: inestabilidad y caídas.
  3. Incontinence: incontinencia urinaria y fecal.
  4. Intellectual impairment: demencia y síndrome confusional agudo.
  5. Infection: infecciones.
  6. Inanition: desnutrición.
  7. Impairment of vision and hearing: alteraciones en vista y oído.
  8. Irritable colon: estreñimiento, impactación fecal.
  9. Isolation (depression)/insomnio: depresión/insomnio.
  10. Iatrogenesis: yatrogenia.
  11. Inmune deficiency: inmunodeficiencias.
  12. Impotence: impotencia o alteraciones sexuales.


Bajo mi punto de vista, considero que es muy importante evaluar periódicamente la prevalencia de síndromes geriátricos en todos los medios de atención geriátrica. 


 
El tener estudios y estadísticas sobre un grupo en relación a estos problemas, nos revela información muy útil a la hora de mejorar el proceso de envejecimiento para alargar al máximo su autonomía, incluso reducir el gasto sanitario de este colectivo que día a día crece en nuestra sociedad.

Bibliografía:
-         Martínez L, d´Hyver C. Prevalencia de síndromes geriátricos en una residencia de mujeres de edad avanzada. Medicina Interna de México 2011; 27 (1). Disponible en: http://www.medigraphic.com/pdfs/medintmex/mim-2011/mim111g.pdf

-         Espinosa A, Romero A. Evaluación geriátrica: Metas, método e implementación. Rev. Asoc. Colomb. Gerontol. Geriatr. 2008; 22 (3). Disponible en: http://www.acgg.org.co/pdf/pdf_revista/2008/22-3.pdf#page=37


Un plan de cuidados integral enfocado a las personas mayores.

 Es una realidad que la atención que requieren nuestros mayores, necesita cada día de profesionales más especializados, debido a los avances que estamos viviendo y a las demandas que exige la sociedad.
Los enfermeros como agentes de salud, son la pieza clave para realizar la valoración mediante los modelos de enfermería. Uno de los más utilizados es el modelo de las 14 necesidades de Virginia Henderson, el cual nos aporta un sistema de valoración diferenciando entre las capacidades de los pacientes dependientes e independientes.
Este modelo de valoración se basa en las siguientes necesidades:

  1. Necesidad de respirar normalmente.
  2. Necesidad de comer y beber adecuadamente.
  3. Necesidad de eliminar por todas las vías corporales.
  4. Necesidad de moverse y mantener posturas adecuadas.
  5. Necesidad de dormir y descansar.
  6. Necesidad de usar ropas adecuadas, vestirse y desvestirse.
  7. Necesidad de mantener una temperatura corporal dentro de los límites normales.
  8. Necesidad de mantener la higiene corporal y la integridad de la piel.
  9. Necesidad de evitar los peligros ambientales y lesionar a otras personas.
  10. Necesidad de comunicarse con los demás y expresar su sexualidad y emociones.
  11. Necesidad de vivir de acuerdo con sus propias creencias y valores.
  12. Necesidad de autorrealización.
  13. Necesidad de estar ocupado y participar en actividades recreativas.
  14. Necesidad de aprender, descubrir y satisfacer la curiosidad.
En esta entrada quiero destacar:

La necesidad de estar ocupado para sentirse realizado y la necesidad de aprender y satisfacer la curiosidad.

Está demostrado que la etapa del envejecimiento provoca una serie de cambios que hacen necesario una importante adaptación. La pérdida de la actividad laboral y el aumento del tiempo de ocio, son las dos causas de mayor peso por las que aparece la “necesidad de estar ocupado”. La percepción del bienestar físico y emocional está íntimamente unida al enfoque de esta necesidad.
Existen estudios que demuestran que el mantenimiento de la actividad intelectual y social compensa los efectos negativos del envejecimiento, mientras que la falta de ejercicio tanto físico como mental conduce a que el envejecimiento patológico se anticipe.


En mi opinión una temprana y buena intervención enfermera en estas  necesidades, favorece y alarga la buena calidad de vida del anciano y su bienestar, objetivo para el cual trabaja el profesional de enfermería. Dichos profesionales deben ser competentes para usar las herramientas adecuadas que detectan las necesidades y cuidados que demanda este colectivo. 


Bibliografía:
Puig M, Lluch M, Rodríguez N. Valoración de enfermería: detección de la soledad y del aislamiento social en los ancianos de riesgo. Gerokomos 2009; 20 (1): 9-14. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/geroko/v20n1/09rincon.pdf

 
Guerra P. Mayores ¿activos ó pasivos? La importancia de la educación en la tercera edad. Cuestiones Pedagógicas 2008/2009; 19: 319-332. Disponible en: http://institucional.us.es/revistas/cuestiones/19/18Guerra.pdf


La importancia de valorar la funcionalidad:

A principio de los años sesenta se empezaron a crear las primeras escalas de valoración que miden la funcionalidad del anciano. Con el paso del tiempo han sido corregidas y actualizadas a las necesidades de hoy en día, fijándose no sólo en lo físico/biológico sino en aspectos como el deterioro cognitivo, social y las funciones mentales, indicadores que repercuten decisivamente en la funcionalidad del adulto mayor.
Actualmente el concepto de funcionalidad también ha dado un giro importante. El equipo multidisciplinar, ya no se centra únicamente en la ausencia de enfermedad, sino en el estado de bienestar físico, mental y social.

Existen distintos estudios que describen el concepto de funcionalidad centrándose en unos u otros aspectos. Pero todos llegan a la conclusión de que la funcionalidad es fundamental dentro de la valoración geriátrica, pues con ella podemos definir el nivel de dependencia y planificar el tratamiento, la rehabilitación y la prevención que evita un mayor deterioro.
Una de las primeras actividades que ha de realizar el personal de enfermería en el momento que entra en contacto con un nuevo paciente, es la valoración. 

 
Lo correcto es realizar una Valoración Geriátrica Global (VGG) la cuál se define como un proceso diagnóstico dinámico y estructurado que permite detectar y cuantificar los problemas, necesidades y capacidades del anciano en las esferas clínica, funcional, mental y social.



Para llevarla a cabo se necesita la realización de una correcta anamnesis y exploración física, y la valoración mediante las escalas correspondientes.

De las muchas que existen, las que más se utilizan en el mundo y que han formado parte de muchos estudios son: Katz, Barthel (ABVD) y Lawton-Brody (AIVD).
Para realizar esta valoración, el enfermero es el profesional líder indiscutible del equipo multidisciplinar.
En mi opinión los enfermeros son los profesionales más cualificados y entrenados para trabajar de acuerdo a un modelo de valoración estandarizado que utilice las distintas “escalas de valoración”.

Con la realización de una adecuada VGG el personal enfermero, estará iniciando el objetivo de conseguir que el tránsito de llegar a la vejez se lleve a cabo en las mejores condiciones de salud.

Bibliografía:
Vallejo J, Rodríguez M, Valverde M. Valoración enfermera geriátrica. Un modelo de registro en residencias de ancianos. Gerokomos 2007; 18 (2): 72-76. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/geroko/v18n2/72rincon.pdf


Segovia M, Torres E. Funcionalidad del adulto mayor y el cuidado enfermero. Gerokomos 2011; 22 (4): 162-166. Disponible en: