El nuevo síndrome geriátrico que nos trae la sociedad moderna.
La sociedad de nuestros días nos lleva a tener que prestar atención a un "nuevo síndrome geriátrico" el cual se encuentra en plena actualidad. La sociedad moderna nos alerta de una nueva forma de envejecer.
El cuidado de los nietos por los abuelos, se ha convertido en un trabajo casi a tiempo completo.
¿Hasta qué punto es beneficiosa esta dedicación?
¿Forma parte del envejecimiento activo? ¿O es un abuso del cariño y el amor que nos tienen nuestros mayores?
Los cuidados paliativos representan una sólida respuesta
sanitaria al sufrimiento relacionado con el final de la vida de los pacientes. Por
ese motivo y tras demostrar su eficiencia, se han convertido en un derecho de
todos los ciudadanos españoles y en una prestación sanitaria básica.(Organización
Médica Colegial. 10 de Octubre del 2009).
Los cuidados paliativos consisten en el trabajo de un equipo
interdisciplinar que tiene por objetivo, primeramente paliar el dolor físico,
para luego hacer lo mismo con el dolor moral del paciente terminal y la familia
de este.
El personal sanitario que trabaja con este tipo de
pacientes, debe ser especializado en estos cuidados y con un carisma especial
que les haga ser la persona idónea para tratar un paciente tan especial. Un médico
o una enfermera inevitablemente reflejan sus valores a los pacientes y
familiares.
Brindar acompañamiento y que el paciente y los familiares
acepten la situación con paz y como un proceso natural de la vida, es lo que se
considera una muerte “humanizada” que depende sobre todo de la actitud del
personal sanitario.
Es imprescindible considerar que en estos casos, se tiene
delante a un ser humano en una situación difícil y existe la obligación de ofrecerle
un tratamiento integral tanto a él como a sus familiares, para que ese proceso
doloroso del fallecimiento sea un proceso digno.
Los cuidados paliativos, han demostrado ser eficaces, por
ello la medicina paliativa ha adquirido tal relevancia que se prevé como
asignatura obligatoria en las facultades.
Es necesario contar con profesionales expertos en cuidados
paliativos.
Gómez M, et al. Consideraciones de la Organización Médica Colegial para
el desarrollo de los cuidados paliativos en España. Rev Soc Esp Dolor. 2010; 17(4):
213–215. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/dolor/v17n4/especial.pdf
El envejecimiento de la población no sólo significa que cada
día hay más personas mayores en nuestra sociedad, sino que estos cambios
también suponen una progresiva trasformación de la sanidad y la medicina en
general, lo que conlleva una “geriatrización de la medicina”.
Para tener una buena atención sanitaria en el anciano, es
muy importante que exista una adecuada coordinación de los diferentes
organismos implicados.
Para llevar a cabo este trabajo de coordinación existe el
equipo interdisciplinar.
El trabajo con pacientes geriátricos es muy complejo y
abarca una gran diversidad de aspectos clínicos, físicos, psicológicos,
funcionales y sociales. Tanta diversidad no suele estar al alcance de un solo
profesional, por este motivo se ha desarrollado un método de trabajo en equipo,
que tiene por objetivo dar una ATENCIÓN INTEGRAL AL PACIENTE GERIÁTRICO.
El equipo interdisciplinario lo forman diferentes
profesionales que trabajan en un área común, pero de forma independiente y a la
vez interactúan entre ellos, para planificar el tratamiento y los cuidados.
Existen estudios que avalan la eficacia de este trabajo en
equipo.
Generalmente los profesionales que forman parte de este
equipo, al que se denomina “núcleo mínimo del equipo” suelen ser:
El médico geriatra.
El personal de enfermería (enfermera y auxiliar de
enfermería).
Y el trabajador social.
También colaboran el terapeuta ocupacional y el
fisioterapeuta. En los casos que lo requieren pueden participar el médico
rehabilitador, el psicólogo, el logopeda y el psicogeriatra.
En todo este amplio equipo siempre existe un coordinador,
que exige al equipo la responsabilidad compartida.
Como futura profesional de la enfermería, quiero destacar las
competencias enfermeras dentro del equipo:
Funciones específicas de tratamientos y cuidados de
enfermería.
Prevención de complicaciones.
Manejo de problemas como incontinencia, disfagia, etc.
Educación sanitaria del paciente y familia para la
realización de las ABVD y AIVD.
Monitorización de la evolución del paciente y detección de
problemas como dolor, inseguridad…etc.
Está demostrado la eficiencia de esta forma de trabajo con
respecto a otros tipos de abordaje, gracias a ello mejora la calidad de la
atención y disminuye la institucionalización.
La educación sanitaria (ES) es el
instrumento para la promoción de la salud y de las acciones preventivas.
La educación para la salud en el
paciente geriátrico tiene como objetivo, evitar la aparición de enfermedades,
mantener el grado de autonomía el mayor tiempo posible; definitivamente mejorar
la calidad de vida y mantener la independencia funcional.
Para llevar a cabo estos objetivos,
se necesita fomentar unos comportamientos, promover unos hábitos de vida y
divulgar unas medidas preventivas que ayuden a conseguirlos.
Por medio de la educación para la salud, se quiere
conseguir que las personas mayores consigan abandonar los hábitos de vida que
sean perjudiciales y puedan alterar su calidad de vida, y a la vez enseñarles a
sustituirlos por otros más saludables.
La evaluación de un programa de
educación para la salud con personas mayores, realizado en España, nos
demuestra que dichos programas son efectivos, los ancianos estudiados pueden
seguir pautas de conductas nuevas si las consideran buenas para su bienestar,
si se les explican con claridad y no tienen demasiada dificultad para llevarlas
a cabo.
Una atención integral garantizada,
cuidados médicos especializados y unos hábitos de vida saludables contribuirán
a que la esperanza de vida del anciano siga en aumento.
Promover la educación para la salud
a nivel general en la sociedad es algo que nos va a beneficiar a todos.
De todos es conocido el dicho “más
vale prevenir que curar”.
Recapacitando sobre la situación
actual de nuestra sanidad, ¿no sería bueno prevenir?
Bibliografía:
Pino M, Ricoy MC, Portela J. Diseño, implementación y evaluación de un
programa de educación para la salud con personas mayores. Ciência & Saúde Coletiva 2010; 15(6): 2965-2972. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/csc/v15n6/a35v15n6.pdf
Las repercusiones que genera el
problema de la incontinencia urinaria (IU) le hacen formar parte de los grandes
síndromes geriátricos, siendo una causa de incapacidad y de deterioro de
la calidad de vida de quien la sufre.
Este síndrome tampoco se considera
como un hecho habitual del envejecimiento, se puede interpretar como un síntoma
de una disfunción.
Clásicamente se definió IU como la “pérdida involuntaria de orina que condiciona un problema higiénico y
social”, más adelante se modifico como “cualquier
escape de orina que provoque molestias al paciente”.
Siendo un síndrome el cual se suele
ocultar por su gran trascendencia individual y social, la prevalencia nos dice
que es más común en niños y en mayores, y dentro de este último colectivo, en
mujeres. Las enfermedades tipo neurológico también aumentan el riesgo de
padecerla.
En general en la mayoría de las
incontinencias su aparición se debe a la inestabilidad del músculo detrusor.
Clasificación clínica de la incontinencia
urinaria:
Aguda.
De esfuerzo.
De urgencia.
Por rebosamiento.
Funcional.
El diagnóstico correcto de la causa
de la incontinencia es fundamental para configurar el tratamiento y la terapia adecuada.
La valoración debe ser multidimensional al tener en cuenta que
puede ser producida por diversos factores, no debemos
olvidar valorar la historia farmacológica del paciente. También debe ser
individualizada para tener en cuenta no sólo las características de la
incontinencia, sino también las repercusiones que tienen en el mayor y su
entorno. Además se ha de realizar una exploración física y unas pruebas
complementarias específicas para cada paciente.
El tratamiento de la IU tiene como
objetivo su curación a ser posible, y de no ser así será el de proporcionar
bienestar y mejorar la calidad de vida al paciente. Se basa en diferentes
aspectos que usados de forma complementaria dan los mejores resultados.
Estos métodos de tratamiento deben
ser individualizados adaptados a las necesidades de cada paciente.
La intervención de los
profesionales de enfermería tiene como objetivo ofrecer recomendaciones
complementarias al tratamiento puesto por el especialista, para el
bienestar, la autonomía y que la calidad de vida se vea beneficiada en todos
los aspectos tanto física, psíquica, como socialmente.
Estas intervenciones son:
Corregir las posibles barreras
arquitectónicas que impidan al anciano satisfacer la necesidad de la micción
con normalidad.
Inculcar en el anciano un adecuado
hábito de micción.
Corregir la situación de
estreñimiento si se da.
Aplicar cremas hidratantes con la
realización de suaves masajes, tras la realización de unas correctas medidas de
higiene.
Recomendar la realización de los
ejercicios de suelo pélvico, o ejercicios de Kegel. (3-4 tandas de 20-25
contracciones cada una, unas dos o tres veces al día).
Ofrecer los conos vaginales, que
permiten reforzar la musculatura pélvica progresivamente.
Por otro lado se encuentra el
tratamiento farmacológico, el cual deberá ajustarse individualmente a cada
anciano, según el periodo en el que manifieste la incontinencia.
Existen evidencias de terapias
conductuales que dirigidas por personal de enfermería con pacientes
ancianos, fueron exitosas en un alto porcentaje de pacientes.
Llegando a la conclusión que estas terapias
pueden ser igualmente beneficiosas llevadas a cabo antes de una intervención
quirúrgica a un paciente con incontinencia, que después del procedimiento
quirúrgico para facilitar la rehabilitación postoperatoria tardía.
Pereira C, et al. Terapia
comportamental para incontinência urinária da mulher idosa: uma ação do
enfermeiro. Florianópolis 2010 Out-Dez; 19(4): 783-8. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/tce/v19n4/23.pdf
La incontinencia fecal es un síndrome o una manifestación clínica
de una enfermedad, en sí no es una patología, pero las repercusiones personales
y sociales de este síndrome pueden llegar a tener una gravedad importante.
Este síndrome no es parte del
envejecimiento normal, sino que aparece como alteraciones importantes en
factores implicados en la continencia.
La causa mas frecuente de
incontinencia fecal es la diarrea severa.
El problema de la incontinencia
fecal tiene mucha repercusión en la calidad de vida del anciano y su cuidador,
no sólo afecta al bienestar físico (infecciones, UPP, riesgo nutricional, etc.)
sino también al bienestar psíquico (vergüenza, depresión, ansiedad…etc.) y el
bienestar social (aislamiento, predisposición a institucionalización,
alteración familiar…etc.).
Sin olvidarnos del gasto económico
que supone, se dice que es la segunda causa de institucionalización en personas
mayores.
Se puede definir como incontinencia fecal la pérdida
involuntaria de heces, pudiendo ser desde pérdida ocasional de heces al paso de
gases, hasta pérdida completa del control de las deposiciones en momentos inapropiados.
La incontinencia fecal suele ser un problema oculto pero hay estudios que
revelan que entre el 3-7% de la población sufre este problema, principalmente
mujeres, mayores de 65 años y con problemas de movilización.
Los factores de riesgo son:
Incontinencia urinaria.
Inmovilidad.
Enfermedad neurológica.
Alteraciones cognitivas.
Edad > 70 años.
En este tipo de pacientes, una
valoración tanto física, psíquica y social que nos permita saber en que situación
se encuentra el paciente, puede ser interesante como factor favorecedor de la
situación.
Las complicaciones personales en
este tipo de pacientes hace que sean casos difíciles de tratar.
La hipertensión arterial, la enfermedad silenciosa:
El progresivo envejecimiento de la
sociedad obliga a conocer y seguir investigando sobre estudios en relación con
el diagnóstico, la valoración y el tratamiento del adulto mayor hipertenso.
La hipertensión arterial (HTA)
tiene un papel muy importante al ser el factor de riesgo más prevalente en el
riesgo cardiovascular.
Las enfermedades cardiovasculares
son la principal causa de muerte en los países desarrollados, y sabiendo que la
HTA se incrementa con la edad, resulta de vital importancia un tratamiento
adecuado para el colectivo de ancianos y en general, para toda la población,
sobre todo inculcando a esta, medidas preventivas tempranas.
En el anciano el factor de riesgo
por sufrir HTA son las enfermedades coronarias y las cerebrovasculares, las
cuales son causa de pérdida funcional importante, lo que conlleva un impacto en
la calidad de vida del anciano.
La presión arterial (PA) se
determina por el gasto cardiaco (volumen latido x frecuencia cardiaca) y la
resistencia periférica total.
Y la HTA se define como, toda presión arterial
sistólica (PAS) igual o superior a 140 mmHg y/o una presión arterial diastólica
(PAD) igual o superior a 90 mmHg de forma mantenida y continuada.
La HTA mantenida y sin tratamiento
va dejando silenciosamente su repercusión en diversos órganos, llamados órganos
diana (corazón, riñón, cerebro y arterias).
Estas repercusiones, más otras
patologías que suelen ir asociadas al anciano hipertenso (colesterolemia, diabetes,…etc.),
más la polifarmacia con los efectos adversos que esta conlleva, hace que el
anciano tenga una compleja clínica, la cual le convierte en un anciano frágil.
Efectuar una buena valoración
global integral (VGI) nos orientará para planificar la intervención
terapéutica. El papel de los profesionales de enfermería es fundamental a la
hora de intervenir en los hábitos de vida, primer paso para afrontar la
HTA.
Los hábitos de vida son
imprescindibles en la prevención de esta enfermedad:
Reducir el consumo de sal y la
ingesta de grasas saturadas y colesterol.
Mantener una ingesta adecuada de
potasio, calcio y magnesio.
Perder peso si existe sobrepeso.
Moderar la ingesta alcohólica.
Dejar de fumar.
Practicar ejercicio aeróbico
regularmente.
Estos hábitos saludables, ayudan a
reducir la TA, incluso hacen que los antihipertensivos sean más eficaces, lo
que se trasforma en un menor riesgo cardiovascular, y una mejora en la calidad
de vida.
Los cambios tempranos en el estilo
de vida son relativamente sencillos de llevarlos a cabo, su coste no resulta
elevado, promoverlos y divulgarlos en la sociedad como campaña de prevención
evitaría un importante gasto sanitario.