Síndrome del abuelo esclavo.

 

El nuevo síndrome geriátrico que nos trae la sociedad moderna.



La sociedad de nuestros días nos lleva a tener que prestar atención a un "nuevo síndrome geriátrico" el cual se encuentra en plena actualidad.
La sociedad moderna nos alerta de una nueva forma de envejecer.


El cuidado de los nietos por los abuelos, se ha convertido en un trabajo casi a tiempo completo.


  • ¿Hasta qué punto es beneficiosa esta dedicación?


  • ¿Forma parte del envejecimiento activo? ¿O es un abuso del cariño y el amor que nos tienen nuestros mayores?



Este enlace nos da las respuestas:
Debate televisado sobre este nuevo síndrome: "El síndrome del abuelo esclavo"

Cuidados paliativos:


Los cuidados paliativos representan una sólida respuesta sanitaria al sufrimiento relacionado con el final de la vida de los pacientes. Por ese motivo y tras demostrar su eficiencia, se han convertido en un derecho de todos los ciudadanos españoles y en una prestación sanitaria básica. (Organización Médica Colegial. 10 de Octubre del 2009).

Los cuidados paliativos consisten en el trabajo de un equipo interdisciplinar que tiene por objetivo, primeramente paliar el dolor físico, para luego hacer lo mismo con el dolor moral del paciente terminal y la familia de este.


 


El personal sanitario que trabaja con este tipo de pacientes, debe ser especializado en estos cuidados y con un carisma especial que les haga ser la persona idónea para tratar un paciente tan especial. Un médico o una enfermera inevitablemente reflejan sus valores a los pacientes y familiares.

Brindar acompañamiento y que el paciente y los familiares acepten la situación con paz y como un proceso natural de la vida, es lo que se considera una muerte “humanizada” que depende sobre todo de la actitud del personal sanitario.
Es imprescindible considerar que en estos casos, se tiene delante a un ser humano en una situación difícil y existe la obligación de ofrecerle un tratamiento integral tanto a él como a sus familiares, para que ese proceso doloroso del fallecimiento sea un proceso digno.

Los cuidados paliativos, han demostrado ser eficaces, por ello la medicina paliativa ha adquirido tal relevancia que se prevé como asignatura obligatoria en las facultades.
Es necesario contar con profesionales expertos en cuidados paliativos.


“Si puedes curar, cura

Si no puedes curar, alivia

Si no puedes aliviar, consuela”.







Bibliografía:

Pichardo LM, Diner K. La experiencia de la muerte y los cuidados paliativos. Una visión desde la enfermería. An Med (Mex) 2010; 55 (3): 161-166. Disponible en: http://www.medigraphic.com/pdfs/abc/bc-2010/bc103i.pdf

Gómez M, et al. Consideraciones de la Organización Médica Colegial para el desarrollo de los cuidados paliativos en España. Rev Soc Esp Dolor. 2010; 17(4): 213–215. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/dolor/v17n4/especial.pdf

Niveles asistenciales:

La efectividad del equipo interdisciplinar.


El envejecimiento de la población no sólo significa que cada día hay más personas mayores en nuestra sociedad, sino que estos cambios también suponen una progresiva trasformación de la sanidad y la medicina en general, lo que conlleva una “geriatrización de la medicina”.

Para tener una buena atención sanitaria en el anciano, es muy importante que exista una adecuada coordinación de los diferentes organismos implicados.
Para llevar a cabo este trabajo de coordinación existe el equipo interdisciplinar.

 
El trabajo con pacientes geriátricos es muy complejo y abarca una gran diversidad de aspectos clínicos, físicos, psicológicos, funcionales y sociales. Tanta diversidad no suele estar al alcance de un solo profesional, por este motivo se ha desarrollado un método de trabajo en equipo, que tiene por objetivo dar una ATENCIÓN INTEGRAL AL PACIENTE GERIÁTRICO.





El equipo interdisciplinario lo forman diferentes profesionales que trabajan en un área común, pero de forma independiente y a la vez interactúan entre ellos, para planificar el tratamiento y los cuidados.

Existen estudios que avalan la eficacia de este trabajo en equipo.
Generalmente los profesionales que forman parte de este equipo, al que se denomina “núcleo mínimo del equipo” suelen ser:
  • El médico geriatra.
  • El personal de enfermería (enfermera y auxiliar de enfermería).
  • Y el trabajador social.

También colaboran el terapeuta ocupacional y el fisioterapeuta. En los casos que lo requieren pueden participar el médico rehabilitador, el psicólogo, el logopeda y el psicogeriatra.
En todo este amplio equipo siempre existe un coordinador, que exige al equipo la responsabilidad compartida.

Como futura profesional de la enfermería, quiero destacar las competencias enfermeras dentro del equipo:
  • Funciones específicas de tratamientos y cuidados de enfermería.
  • Prevención de complicaciones.
  • Manejo de problemas como incontinencia, disfagia, etc.
  • Educación sanitaria del paciente y familia para la realización de las ABVD y AIVD.
  • Monitorización de la evolución del paciente y detección de problemas como dolor, inseguridad…etc.


Está demostrado la eficiencia de esta forma de trabajo con respecto a otros tipos de abordaje, gracias a ello mejora la calidad de la atención y disminuye la institucionalización.





Bibliografía:

Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Fernández M, Solano JJ. Niveles asistenciales en geriatría. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2006_I.pdf

Educación para la salud:


La educación sanitaria (ES) es el instrumento para la promoción de la salud y de las acciones preventivas.
La educación para la salud en el paciente geriátrico tiene como objetivo, evitar la aparición de enfermedades, mantener el grado de autonomía el mayor tiempo posible; definitivamente mejorar la calidad de vida y mantener la independencia funcional.

Para llevar a cabo estos objetivos, se necesita fomentar unos comportamientos, promover unos hábitos de vida y divulgar unas medidas preventivas que ayuden a conseguirlos.

Por medio de la educación para la salud, se quiere conseguir que las personas mayores consigan abandonar los hábitos de vida que sean perjudiciales y puedan alterar su calidad de vida, y a la vez enseñarles a sustituirlos por otros más saludables.
La evaluación de un programa de educación para la salud con personas mayores, realizado en España, nos demuestra que dichos programas son efectivos, los ancianos estudiados pueden seguir pautas de conductas nuevas si las consideran buenas para su bienestar, si se les explican con claridad y no tienen demasiada dificultad para llevarlas a cabo.

Una atención integral garantizada, cuidados médicos especializados y unos hábitos de vida saludables contribuirán a que la esperanza de vida del anciano siga en aumento.

Promover la educación para la salud a nivel general en la sociedad es algo que nos va a beneficiar a todos.
De todos es conocido el dicho “más vale prevenir que curar”.

Recapacitando sobre la situación actual de nuestra sanidad, ¿no sería bueno prevenir?

 
Bibliografía:
Pino M, Ricoy MC, Portela J. Diseño, implementación y evaluación de un programa de educación para la salud con personas mayores. Ciência & Saúde Coletiva 2010; 15(6): 2965-2972. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/csc/v15n6/a35v15n6.pdf

Incontinencia urinaria:

 
Las repercusiones que genera el problema de la incontinencia urinaria (IU) le hacen formar parte de los grandes síndromes geriátricos, siendo una causa de incapacidad y de deterioro de la calidad de vida de quien la sufre.

Este síndrome tampoco se considera como un hecho habitual del envejecimiento, se puede interpretar como un síntoma de una disfunción.

Clásicamente se definió IU como la “pérdida involuntaria de orina que condiciona un problema higiénico y social”, más adelante se modifico como “cualquier escape de orina que provoque molestias al paciente”.

Siendo un síndrome el cual se suele ocultar por su gran trascendencia individual y social, la prevalencia nos dice que es más común en niños y en mayores, y dentro de este último colectivo, en mujeres. Las enfermedades tipo neurológico también aumentan el riesgo de padecerla.

En general en la mayoría de las incontinencias su aparición se debe a la inestabilidad del músculo detrusor.

Clasificación clínica de la incontinencia urinaria:

 
  1. Aguda.
  2. De esfuerzo.
  3. De urgencia.
  4. Por rebosamiento.
  5. Funcional.






El diagnóstico correcto de la causa de la incontinencia es fundamental para configurar el tratamiento y la terapia adecuada. La valoración debe ser multidimensional al tener en cuenta que puede ser producida por diversos factores, no debemos olvidar valorar la historia farmacológica del paciente. También debe ser individualizada para tener en cuenta no sólo las características de la incontinencia, sino también las repercusiones que tienen en el mayor y su entorno. Además se ha de realizar una exploración física y unas pruebas complementarias específicas para cada paciente.

El tratamiento de la IU tiene como objetivo su curación a ser posible, y de no ser así será el de proporcionar bienestar y mejorar la calidad de vida al paciente. Se basa en diferentes aspectos que usados de forma complementaria dan los mejores resultados.
Estos métodos de tratamiento deben ser individualizados adaptados a las necesidades de cada paciente.


La intervención de los profesionales de enfermería tiene como objetivo ofrecer recomendaciones complementarias al tratamiento puesto por el especialista, para el bienestar, la autonomía y que la calidad de vida se vea beneficiada en todos los aspectos tanto física, psíquica, como socialmente.

Estas intervenciones son:  
  • Corregir las posibles barreras arquitectónicas que impidan al anciano satisfacer la necesidad de la micción con normalidad.
  • Inculcar en el anciano un adecuado hábito de micción.
  • Corregir la situación de estreñimiento si se da.
  • Aplicar cremas hidratantes con la realización de suaves masajes, tras la realización de unas correctas medidas de higiene.
  • Recomendar la realización de los ejercicios de suelo pélvico, o ejercicios de Kegel. (3-4 tandas de 20-25 contracciones cada una, unas dos o tres veces al día).
  • Ofrecer los conos vaginales, que permiten reforzar la musculatura pélvica progresivamente.
  • Por otro lado se encuentra el tratamiento farmacológico, el cual deberá ajustarse individualmente a cada anciano, según el periodo en el que manifieste la incontinencia.


Existen evidencias de terapias conductuales que dirigidas por personal de enfermería con pacientes ancianos, fueron exitosas en un alto porcentaje de pacientes.
Llegando a la conclusión que estas terapias pueden ser igualmente beneficiosas llevadas a cabo antes de una intervención quirúrgica a un paciente con incontinencia, que después del procedimiento quirúrgico para facilitar la rehabilitación postoperatoria tardía.




Bibliografía:
Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Verdejo C. Incontinencia y retención urinaria. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2014_II.pdf

Pereira C, et al. Terapia comportamental para incontinência urinária da mulher idosa: uma ação do enfermeiro. Florianópolis 2010 Out-Dez; 19(4): 783-8. Disponible en: http://www.scielo.br/pdf/tce/v19n4/23.pdf

Guías EAU sobre incontinencia urinaria. De Thüroff JM, et al. Actas Urológicas Españolas 2011; 35 (7): 373-388. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/aue/v35n7/especial.pdf


Incontinencia fecal:


La incontinencia  fecal es un síndrome o una manifestación clínica de una enfermedad, en sí no es una patología, pero las repercusiones personales y sociales de este síndrome pueden llegar a tener una gravedad importante.

Este síndrome no es parte del envejecimiento normal, sino que aparece como alteraciones importantes en factores implicados en la continencia.
La causa mas frecuente de incontinencia fecal es la diarrea severa.

El problema de la incontinencia fecal tiene mucha repercusión en la calidad de vida del anciano y su cuidador, no sólo afecta al bienestar físico (infecciones, UPP, riesgo nutricional, etc.) sino también al bienestar psíquico (vergüenza, depresión, ansiedad…etc.) y el bienestar social (aislamiento, predisposición a institucionalización, alteración familiar…etc.).
Sin olvidarnos del gasto económico que supone, se dice que es la segunda causa de institucionalización en personas mayores.

Se puede definir como incontinencia fecal la pérdida involuntaria de heces, pudiendo ser desde pérdida ocasional de heces al paso de gases, hasta pérdida completa del control de las deposiciones en momentos inapropiados. La incontinencia fecal suele ser un problema oculto pero hay estudios que revelan que entre el 3-7% de la población sufre este problema, principalmente mujeres, mayores de 65 años y con problemas de movilización.



Los factores de riesgo son:
  • Incontinencia urinaria.
  • Inmovilidad.
  • Enfermedad neurológica.
  • Alteraciones cognitivas.
  • Edad > 70 años.

En este tipo de pacientes, una valoración tanto física, psíquica y social que nos permita saber en que situación se encuentra el paciente, puede ser interesante como factor favorecedor de la situación.
Las complicaciones personales en este tipo de pacientes hace que sean casos difíciles de tratar.

Bibliografía:
Azúa MD, Domínguez P. Complicaciones personales en pacientes con síndrome de incontinencia fecal. Gerokomos 2008; 19 (4): 190-194. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/geroko/v19n4/191rincon.pdf
 
Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Martínez J, Rodríguez M, Jiménez MP, Yela G. Estreñimiento e incontinencia fecal. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2015_II.pdf.

La hipertensión arterial, la enfermedad silenciosa:


El progresivo envejecimiento de la sociedad obliga a conocer y seguir investigando sobre estudios en relación con el diagnóstico, la valoración y el tratamiento del adulto mayor hipertenso.
La hipertensión arterial (HTA) tiene un papel muy importante al ser el factor de riesgo más prevalente en el riesgo cardiovascular.

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en los países desarrollados, y sabiendo que la HTA se incrementa con la edad, resulta de vital importancia un tratamiento adecuado para el colectivo de ancianos y en general, para toda la población, sobre todo inculcando a esta, medidas preventivas tempranas.

En el anciano el factor de riesgo por sufrir HTA son las enfermedades coronarias y las cerebrovasculares, las cuales son causa de pérdida funcional importante, lo que conlleva un impacto en la calidad de vida del anciano.
La presión arterial (PA) se determina por el gasto cardiaco (volumen latido x frecuencia cardiaca) y la resistencia periférica total.

Y la HTA se define como, toda presión arterial sistólica (PAS) igual o superior a 140 mmHg y/o una presión arterial diastólica (PAD) igual o superior a 90 mmHg de forma mantenida y continuada.



La HTA mantenida y sin tratamiento va dejando silenciosamente su repercusión en diversos órganos, llamados órganos diana (corazón, riñón, cerebro y arterias).
Estas repercusiones, más otras patologías que suelen ir asociadas al anciano hipertenso (colesterolemia, diabetes,…etc.), más la polifarmacia con los efectos adversos que esta conlleva, hace que el anciano tenga una compleja clínica, la cual le convierte en un anciano frágil.

Efectuar una buena valoración global integral (VGI) nos orientará para planificar la intervención terapéutica. El papel de los profesionales de enfermería es fundamental a la hora de intervenir en los hábitos de vida, primer paso para afrontar la HTA.

 
Los hábitos de vida son imprescindibles en la prevención de esta enfermedad:
  • Reducir el consumo de sal y la ingesta de grasas saturadas y colesterol.
  • Mantener una ingesta adecuada de potasio, calcio y magnesio.
  • Perder peso si existe sobrepeso.
  • Moderar la ingesta alcohólica.
  • Dejar de fumar.
  • Practicar ejercicio aeróbico regularmente.

Estos hábitos saludables, ayudan a reducir la TA, incluso hacen que los antihipertensivos sean más eficaces, lo que se trasforma en un menor riesgo cardiovascular, y una mejora en la calidad de vida.

Los cambios tempranos en el estilo de vida son relativamente sencillos de llevarlos a cabo, su coste no resulta elevado, promoverlos y divulgarlos en la sociedad como campaña de prevención evitaría un importante gasto sanitario.





Bibliografía:
Sans L. Hipertensión arterial en el anciano. NefroPlus 2011; 4 (3): 35-44. Disponible en: http://www.revistanefrologia.com/revistas/P-E/P-E-S-A11229.pdf

Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Soto ME, Gili P, Abellán P. Factores de riesgo cardiovascular: hipertensión arterial y dislipemias. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2029_III.pdf

Inestabilidad y caídas:


A medida que envejecemos se produce un deterioro progresivo de la marcha, que se incrementa con la existencia de otras enfermedades y la inseguridad que genera el anciano.
La forma de caminar de una persona de 30, 50 y 70 años se modifica según pasa el tiempo; los reflejos, la flexibilidad, la coordinación, el centro de gravedad…etc. todo varía según la edad. Estas alteraciones van a ocasionar un aumento del riesgo de caídas, de la morbilidad, el miedo a caerse…etc. es decir, alta predisposición para ser un paciente institucionalizado.


La OMS define caída, como “la consecuencia de cualquier acontecimiento que precipite al individuo al suelo en contra de su voluntad”.

Las caídas son muy frecuentes en los ancianos, y aumentan su probabilidad con la edad, son un problema a tener en cuenta de salud pública, con consecuencias médicas y económicas importantes.

Evaluaciones hechas a población española a partir de una encuesta de salud poblacional, indican que el sexo femenino, la edad avanzada, tomar más de 5 medicamentos, vivir sólo, sufrir diabetes, trastornos músculo-esqueléticos y problemas de movilidad, se asocian a un mayor riesgo de lesiones por caídas.

El estudio muestra la importante carga que suponen las lesiones que se producen por caídas en la salud de los ancianos, además nos enseña medios para identificar a las personas mayores con un mayor riesgo de exposición a estas lesiones. Estos ancianos deberían ser incluidos en programas preventivos llevados a cabo por los servicios sanitarios.

 El inculcar y promover medidas preventivas en este síndrome geriátrico, es labor de la enfermería a nivel de atención primaria.




Bibliografía:
Suelves JM, Martínez V, Medina A. Lesiones por caídas y factores asociados en personas mayores de Cataluña, España. Rev Panam Salud Publica 2010; 27(1): 32-41. Disponible en: http://www.scielosp.org/pdf/rpsp/v27n1/06.pdf

Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Villar T, Mesa MP, Esteban AB, Sanjoaquín AC, Fernández E. Alteraciones de la marcha, inestabilidad y caídas. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2019_II.pdf

Manual de atención al anciano desnutrido en el nivel primario de salud. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Barrillo T. Síndromes geriátricos. Disponible en: http://www.nutrinfo.com/archivos/ebooks/manual_anciano.pdf

Las demencias, una enfermedad terriblemente discapacitante.

En nuestra sociedad, las demencias, se clasifican como un grave problema en el área de la salud, no sólo por su aumento sino por la gran discapacidad que generan al paciente.
El aumento de la esperanza de vida hace que este tipo de dolencia, aumente debido a su directa relación con la edad del que la padece. La demencia es un síndrome que entendemos como el declinar de las funciones superiores, entre ellas la memoria, además suelen aparecer síntomas como alteraciones psicológicas y del comportamiento, produciendo al paciente una discapacidad progresiva que impide realizar vida normal.




El deterioro cognitivo es el componente básico para detectar a los individuos con demencia o sin ella. Existen diferentes tipos de demencias: 

  1. Degenerativas o primarias:
      • De predominio cortical: Enfermedad de Alzheimer. 
      • De predominio subcortical: Enfermedad de Parkinson-Demencia.
  2. Vasculares:
      • Demencia multiinfarto.
      • Demencia hemorrágica.
  3. Secundarias.

Con frecuencia el delirium y la depresión se superponen a la demencia, hay que saber identificarlo y diferenciarlo. Resulta esencial identificar el tipo de demencia con un diagnóstico adecuado, para poder establecer el tratamiento, evolución y pronóstico del paciente.

Siempre que se habla de demencias, la población en general  piensa en el Alzheimer como la demencia más habitual. 

 
Actualmente, la población de los países occidentales cuenta con un factor de riesgo en aumento, el síndrome metabólico (obesidad, HTA, hiperglucemia en ayunas, hipertrigliceridemia y bajos niveles de HDL colesterol en sangre). Este factor de riesgo hace que tengamos que tomar conciencia con otro tipo de demencia, la demencia vascular.




La demencia vascular es la 2ª causa más frecuente de demencia, asociada en porcentaje al Alzheimer.

Su prevalencia ha aumentado con el envejecimiento de la población, los factores de riesgo que supone el síndrome metabólico y los hábitos de vida de la sociedad de hoy en día.

La prevención  en este tipo de demencia es fundamental, el tener controlado los factores de riesgo (HTA, elevados niveles de colesterol, diabetes…etc.) y el estilo de vida (evitando el tabaquismo, alcoholismo, llevando a cabo la práctica habitual de ejercicio, una dieta equilibrada…etc.) ayudan a conseguirla.





Recordemos que:

“Lo que es bueno para el corazón, es bueno para el cerebro”.


Así pues, estamos a tiempo de iniciar o reforzar un estilo de vida saludable para el cerebro.

Bibliografía:
Sánchez E. El riesgo cardiovascular en el desarrollo y prevención de Alzheimer y otras demencias. ¿Quién le teme a Alois Alzheimer? Encuentro 2009; 84: 99-101. Disponible en:

Lopes R, Moldes P, Pinto A, fernández L. Caso de demência vascular. Psicogeriatría 2011; 3 (1): 45-49. Disponible en: http://www.viguera.com/sepg/pdf/revista/0301/PSICO_0301_045_NC_2610029_Lopes.pdf

Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Gil P, Martín J. Demencia. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2017_II.pdf





Las úlceras por presión. ¿Se conoce su prevención?


Las úlceras por presión (UPP) son un problema muy frecuente y grave en edades avanzadas, sobretodo cuando los pacientes permanecen encamados o con movilidad reducida.
Es una de las principales complicaciones de la situación de inmovilidad, influyen además otros factores como la malnutrición, incontinencia de esfínteres, aparatos ortopédicos, falta de higiene, corticoides, obesidad, cabecero de la cama elevada (> 30º), pérdida de sensibilidad, etc.


La aparición de esta dolencia, se debe a la presión ejercida sobre la piel y los tejidos blandos, la cual conduce a una isquemia local produciendo necrosis y finalmente ulceración de la piel y de planos más profundos.
Las zonas más frecuentes de aparición son el sacro, los talones, los trocánteres…etc. aunque pueden aparecer en cualquier localización.

Las UPP afectan considerablemente a la calidad de vida del paciente, al igual que cambia la dinámica familiar. Estos pacientes son grandes consumidores de recursos humanos y económicos.
Para evitar o prevenir la incidencia de estas lesiones, es preciso tener en cuenta medidas profilácticas.

Sin embargo, una vez que se presentan, es fundamental los cuidados de enfermería, así como la preparación y orientación a los cuidadores dentro de la familia, si el paciente está en el entorno familiar.

Al tener una gran repercusión tanto social como económica, no hay ninguna duda que el mejor tratamiento es evitar su aparición y empeoramiento por medio de la prevención.

Quiero destacar la importancia que le da un artículo científico a un estudio que valora los conocimientos del cuidador principal sobre úlceras por presión.

Este estudio tiene como objetivo evaluar los conocimientos del cuidador respecto a las UPP, y sus factores de riesgo, su identificación y su prevención.

  Entre los cuidados específicos de prevención, el estudio demuestra que las principales medidas preventivas son la hidratación y los cambios posturales.


 
El estudio concluye con que la mayoría de los cuidadores desconocen los factores de riesgo, en cuanto a la prevención conocen algunos pero no los suficientes, y finalmente si que son capaces de reconocer las UPP por el olor, dolor y estado de la piel.

Se podría utilizar como otra medida de prevención, la instrucción y preparación de los cuidadores principales de los ancianos.



Bibliografía:
Martínez R, Ponce DE. Valoración de los conocimientos del cuidador principal sobre úlceras de presión. Enfermería Global 2011; 24: 60-84. Disponible en:

Álvarez C, Lorenzo M. Cuidados de enfermería en una población geriátrica con riesgos de úlcera por presión. Enfermería Global 2011; 23: 172-182. Disponible en: http://scielo.isciii.es/pdf/eg/v10n23/administracion3.pdf

La inmovilidad:


La capacidad de movilización es un indicador de autonomía y del grado de salud del anciano, dos cosas que influyen muy directamente en su calidad de vida.

Un anciano inmovilizado es dependiente para realizar las tareas más básicas de la vida diaria y por ello se considera un paciente de alto riesgo y candidato a la aparición de complicaciones clínicas que interactúan entre si, hasta llegar al hecho de su institucionalización, incluso del fallecimiento en un periodo determinado.

La definición de síndrome de inmovilidad nos dice; que es la disminución de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria debido al deterioro, entre otras, de las funciones motoras.


Este problema geriátrico se caracteriza por la reducción marcada de la tolerancia al ejercicio con debilidad muscular y en casos muy extremos, pérdida de automatismos y reflejos posturales que impiden el movimiento.

La inmovilidad según su grado, puede ser:  relativa o absoluta, las dos progresivamente generan múltiples complicaciones. Los sistemas más afectados son el cardiovascular y el músculo-esquelético y la principal complicación son las úlceras por presión.



La enfermería tiene un papel fundamental en la detección del riesgo de inmovilidad en el anciano. Para valorar el grado de inmovilidad, utiliza distintas escalas, siendo las más recomendables la de Lawton y Brody (para valorar las actividades instrumentales de la vida diaria) y la de Barthel (para las actividades básicas de la vida diaria).
Hay que tener muy en cuenta cualquier deterioro físico inicial y hacer necesaria una evaluación completa y urgente para conocer las causas, la posible reversibilidad y la prevención o tratamiento de las complicaciones asociadas lo más precozmente posible.


La mejor medida preventiva es mantener, por todos los medios, el grado de movilidad.

El ejercicio físico aporta unos beneficios que permiten atenuar el problema de la inmovilidad y lograr el objetivo de mejorar el nivel de salud.



“Intentar que el problema no vaya a más”.



 
Bibliografía:
Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Torres R, Nieto MD. Inmovilidad. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2020_II.pdf

Manual de atención al anciano desnutrido en el nivel primario de salud. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Espina FJ. Valoración geriátrica integral. Disponible en: http://www.carm.es/ctra/cendoc/haddock/15916.pdf#page=40