La hipertensión arterial, la enfermedad silenciosa:


El progresivo envejecimiento de la sociedad obliga a conocer y seguir investigando sobre estudios en relación con el diagnóstico, la valoración y el tratamiento del adulto mayor hipertenso.
La hipertensión arterial (HTA) tiene un papel muy importante al ser el factor de riesgo más prevalente en el riesgo cardiovascular.

Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en los países desarrollados, y sabiendo que la HTA se incrementa con la edad, resulta de vital importancia un tratamiento adecuado para el colectivo de ancianos y en general, para toda la población, sobre todo inculcando a esta, medidas preventivas tempranas.

En el anciano el factor de riesgo por sufrir HTA son las enfermedades coronarias y las cerebrovasculares, las cuales son causa de pérdida funcional importante, lo que conlleva un impacto en la calidad de vida del anciano.
La presión arterial (PA) se determina por el gasto cardiaco (volumen latido x frecuencia cardiaca) y la resistencia periférica total.

Y la HTA se define como, toda presión arterial sistólica (PAS) igual o superior a 140 mmHg y/o una presión arterial diastólica (PAD) igual o superior a 90 mmHg de forma mantenida y continuada.



La HTA mantenida y sin tratamiento va dejando silenciosamente su repercusión en diversos órganos, llamados órganos diana (corazón, riñón, cerebro y arterias).
Estas repercusiones, más otras patologías que suelen ir asociadas al anciano hipertenso (colesterolemia, diabetes,…etc.), más la polifarmacia con los efectos adversos que esta conlleva, hace que el anciano tenga una compleja clínica, la cual le convierte en un anciano frágil.

Efectuar una buena valoración global integral (VGI) nos orientará para planificar la intervención terapéutica. El papel de los profesionales de enfermería es fundamental a la hora de intervenir en los hábitos de vida, primer paso para afrontar la HTA.

 
Los hábitos de vida son imprescindibles en la prevención de esta enfermedad:
  • Reducir el consumo de sal y la ingesta de grasas saturadas y colesterol.
  • Mantener una ingesta adecuada de potasio, calcio y magnesio.
  • Perder peso si existe sobrepeso.
  • Moderar la ingesta alcohólica.
  • Dejar de fumar.
  • Practicar ejercicio aeróbico regularmente.

Estos hábitos saludables, ayudan a reducir la TA, incluso hacen que los antihipertensivos sean más eficaces, lo que se trasforma en un menor riesgo cardiovascular, y una mejora en la calidad de vida.

Los cambios tempranos en el estilo de vida son relativamente sencillos de llevarlos a cabo, su coste no resulta elevado, promoverlos y divulgarlos en la sociedad como campaña de prevención evitaría un importante gasto sanitario.





Bibliografía:
Sans L. Hipertensión arterial en el anciano. NefroPlus 2011; 4 (3): 35-44. Disponible en: http://www.revistanefrologia.com/revistas/P-E/P-E-S-A11229.pdf

Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. De Soto ME, Gili P, Abellán P. Factores de riesgo cardiovascular: hipertensión arterial y dislipemias. Disponible en: http://www.segg.es/download.asp?file=/tratadogeriatria/PDF/S35-05%2029_III.pdf

1 comentarios:

  • Garry Jones | 13 de enero de 2022, 10:26

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